Historia, leyendas y curiosidades de nuestra ciudad.

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domingo, 12 de mayo de 2013

Palacio de la condesa de Lebrija, -II y final.


Volvemos atrás (la puerta de salida es la misma que la de entrada) y, atravesando una pequeñísima habitación (con un bonito azulejo en la pared frontal) salimos al Cenador de Cristal. Con el jardín de fondo, antiguamente el Cenador de Cristal servía como salón de verano al modo del siglo XIX, con tresillos y plantas.
Habitación que enlaza la Sala de Dionisos con el Cenador de Cristal.
Detalle del azulejo.
La pared de este cenador es la más importante de la casa, pues está cubierta con un paño de maravillosos azulejos del siglo XVI que provienen del convento de San Agustín.
Vista del Cenador de Cristal. Al fondo, el Comedor Azul.
Lateral del Cenador de Cristal.
Vista del Cenador de Cristal, en la que se aprecian los azulejos del convento de san Agustín.
Detalle de los mencionados azulejos.
Desde el cenador podemos contemplar el Salón Ochavado, construido expresamente con esa forma para albergar el mosaico con motivos geométricos y florales que luce en su interior. Dispone de cuatro entradas equidistantes, que conducen a diferentes habitaciones, lo que permite contemplar la sala desde diferentes perspectivas. En el centro hay una  fuente con la taza a ras de suelo y una figurilla de bronce sobre un pedestal. Dos vitrinas con objetos romanos ocupan dos de las paredes y dos mosaicos enmarcados las otras dos.
Detalle del la estatuilla de la fuente central.
Vitrinas con numerosos objetos de origen romano.
Motivo que se repite en ocho ocasiones en el mosaico de la Sala Ochavada.
Al fondo del Cenador de cristal, a la izquierda, entramos en la Sala de las Columnas, un hermoso salón, el más grande del edificio, intermedio entre el patio y el jardín, pavimentado por un mosaico en cuyo centro se ve un cuadro formado por corazones y puntas labradas en piedras rojas y verdes, rodeado por una franja blanca y roja. Otra franja de mayor tamaño, formada por piezas geométricas, lo rodea todo originando un perfecto cuadro.
Dos espectaculares y gruesas columnas encontradas en Santiponce (Sevilla), una de curiosísimo mármol verde y la otra de un conglomerado de varios colores, están franqueando la entrada del saloncito de la fuente. Sobre una de ellas hay un hermoso capitel blanco de la misma procedencia. 
La Sala de las Columnas comunica con el el Salón de Ganímedes, llamado así por el motivo central del mosaico que decora el suelo de la sala. En él se representa el rapto de Ganímedes por parte de Zeus en forma de águila para hacerlo su amante, mientras su perro ladra asustado. El mosaico contiene tres semicírculos que se encuentran en buen estado (tigre, león y pantera), mientras que el cuarto fue destruido en el momento de su descubrimiento (se estaba arando el campo), por lo que fue sustituido por la palabra "SALVE", imitada de un mosaico de Pompeya y que era común en la época para recibir a los visitantes.
Motivo central del mosaico de Ganímedes.
Detalles del mosaico de Ganímedes.
La habitación se encuentra rodeada en suelos y paredes por lápidas grabadas y exvotos:
Desde este salón, tenemos dos opciones: volver al Patio Principal junto a la escalera que nos permite subir a la Planta Alta o visitar el Patio de las Palmeras. Escogemos la segunda opción, para lo cual debemos retroceder hasta el Cenador de Cristal y tomar la puerta junto a la Sala de las Columnas. Entraremos en un espacio típico de la época romántica, muy del gusto sevillano, según podemos comprobar por las fotografías:
El Patio de las Palmeras nos comunica, través de un ancho, pero corto pasillo, con otro patio interior. Tanto el uno como el otro, están adornados con objetos antiguos de todo tipo:
Este segundo patio da paso a una habitación con tapices, pinturas y, en las cuatro esquinas, los escudos de armas de la familia:


De aquí desandamos el camino hasta llegar al Patio de las Palmeras, y de ahí al Comedor Azul o Comedor de Verano, que antes veíamos al fondo del Cenador de Cristal. Esta estancia alberga los mejores azulejos de la casa, unos pequeños tramos azules del siglo XVII, en tanto que el zócalo es del siglo XVIII; como decoración destaca una colección de platos antiguos. Es de destacar el techo, que fue pintado entre las vigas con los mismos motivos de los azulejos del zócalo.
El Cenador de Cristal visto desde el Comedor Azul.
Junto a este comedor se encuentra el Patio de las Palmeras, con la fuente de mármol que pudimos observar al pasar por el Cenador de Cristal:
Patio de las Palmeras.
Y ya tan sólo nos queda admirar la magnífica escalera que comunica ambas plantas. De estilo sevillano, remodelada por la condesa a principios del siglo XX, es una escalera de tres tramos desiguales, tan frecuentes en los palacios andaluces de la época; para decorarla solo se utilizaron elementos de los siglos XVI y XVII. El espléndido artesonado procede del desaparecido palacio que poseyeron en Marchena los Ponce de León, duques de Arcos y señores de Marchena. En la pared de la misma sala hay un magnífico tapiz de gran tamaño que representa a David tocando el arpa, de rodillas delante del Arca de la Alianza, que también data del siglo XVI.
Como ya comenté antes, a partir de este sitio está prohibido hacer fotografías, por lo que las imágenes que muestro a continuación proceden todas de la página web del propio palacio.

En el Salón Comedor se conjugan elementos diversos y al mismo tiempo armónicos, como la madera, el azulejo, el mármol, la seda y la porcelana. El techo es de lo más complejo, pues se reviste de tres estrellas de madera con decoración de plato de loza y porcelana sobre ellas. Destaca la vajilla azul de la Casa Spode del siglo XVIII, los cuadros del siglo XVII y la mesa y las sillas son españolas.
Salón Comedor.
El Salón de los Retratos toma ese nombre porque todos los cuadros son retratos de la familia. Los muebles pintados son italianos y el bargueño, español; cabe destacar el biombo mejicano del siglo XVII, que hace de paravant para ocultar el acceso al otro cuarto.
           Salón de los Retratos.                                                                                         Salón Barroco.

En el Salón Barroco es de destacar el tríptico de san Sebastián, del siglo XVII, así como la colección de cuadros, en su mayoría religiosos, del siglo XVIII. Las vitrinas doradas contienen diversos objetos que pertenecieron a la Condesa de Lebrija y sus antepasados. Es de destacar también la vitrina que, tapizada con un paño de cachemira, reúne la colección de platos y cacharros clarixoné azules y varias tallas de marfil. 

El Salón Imperio, situado al fondo del anterior salón, sigue el mismo artesonado que el anterior y todo su mobiliario es de la época Imperio, así como los cuadros, por lo que le da el nombre al salón.

En el Oratorio del palacio destaca un retablo barroco con los Apóstoles Pedro y Pablo, que son tallas del siglo XVIII y, sobre todo, el Cristo de buen tamaño de marfil filipino del siglo XVIII y la talla del Niño Jesús de la escuela sevillana de Alonso Cano.
Oratorio del Palacio de la Condesa de Lebrija.
El Hall Español o Salón Verde,  decorado al más puro estilo español, como son los azulejos y yeserías, está coronado por un techo artesonado por el que penetra la luz cenital. Es de destacar el busto italiano del renacimiento, las arcas y la mesa y banco españoles. A este hall acceden dos pequeños saloncitos; el primero toma el nombre de Salón Árabe, por todo su contenido, desde el artesonado, telas orientales antiguas bordadas con hilos de oro, divanes, sillas, sofá y cojines, todo conservado y restaurado de la época.
Salón árabe.
El otro cuarto toma el nombre del Salón Heráldico, porque contiene, representados en óleos, todos los  apellidos de la Casa de Lebrija, presidiéndolo el retrato de un anterior conde de Lebrija vestido con uniforme de la Orden de Calatrava. Destacan las diferentes tinajas verdes y la pila visigoda; los cuadros son de personajes pertenecientes a la familia y la Inmaculada de la escuela de Murillo.

La Biblioteca se conserva exactamente igual que en la época que se hizo (siglo XIX): artesonado, lámparas, moquetas, chimenea y todo el mobiliario con su tapicería. Destaca entre todos los volúmenes un incunable. El retrato que preside la estancia es de don Federico Sánchez Bedoya, esposo de la eondesa de Lebrija, pintado por José García y Ramos. En la vitrina situada debajo del retrato se pueden ver sus recuerdos de cuando fue gobernador civil de Madrid.
Biblioteca del Palacio.
La galería que completa el recorrido por la Planta Alta exhibe una serie de bargueños de factura española y gran calidad, con incrustaciones de marfil y carey.

Hemos finalizado la visita al Palacio de la Condesa de Lebrija. Procedo a la búsqueda del siguiente objetivo.

3 comentarios:

  1. Magníficas estas dos entradas sobre el Palacio de la Condesa de Lebrija de la calle Cuna. Media Itálica está ahí. Las fotografías que acompañan son excepcionales y casi no hace falta visitarlas. Estuve una vez, pero hace muchos años y ahora todo parece mucho mejor. Guardo ambos post. Abrazos.

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    1. Gracias, Paco.
      Fue una pena el expolio sistemático e impune que se hizo de Itálica, pero al menos doña Regla conservó todo en un mismo edificio, perfectamente cuidado y mantenido. Seguramente, sin su intervención, todas estas piezas estarían esparcidas por medio mundo.
      Un abrazo.

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  2. Excelentes post sobre el Palacio
    He pasado cien veces por delante de su puerta pero por una causa u otra, nunca lo he visitado
    Gracias por permitirlo hacer de forma virtual

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